Berlai es una ciudad grande, podría ser cualquiera. En esa tranquila ciudad empiezan a aparecer cadáveres siguiendo un extraño patrón; el asesino está usando el mundo agónico y bello de los poemas de Gustavo Adolfo Bécquer. Para pararle los pies, la policía contacta con el máximo entendido en el poeta romántico, Ariel Conceiro.

Ariel es un bibliotecario huraño y algo errático, pero las presiones de la atractiva y problemática inspectora Tarilonte, y de su taciturno compañero Batista, le embarcan en una obsesiva persecución intelectual. Los tres descienden a las zonas más oscuras de la vida de Bécquer y pronto descubren que la vida del poeta, como las suyas, esconde demasiadas zonas de sombra, un miedo que no se explica en los libros. La ciudad entera está conmocionada, las víctimas se suceden como los versos de un macabro poema y el tiempo empieza a agotarse. Hay que detener al asesino pero, ¿como saber qué pista seguir, cuando el amor y el dolor se escriben con la misma métrica?

 

“Beatriz ve que alguien se acerca a ella, que lleva una cinta azul en la mano, que se coloca a su espalda, que la abraza eternamente. Y nota que le falta el aire y que su tráquea explota en unos fuegos artificiales que, paradójicamente, parecen liberarla. Aunque ya no está, alguien le revuelve el pelo, le quita los zapatos y le mancha los pies con su propia sangre. Sus ojos, que ya no son suyos, entran en un sopor eterno. Sobre ellos, alguien ha colocado la cinta azul”.

Editorial Edebé

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© Vicente Álvarez 2024